martes, 30 de octubre de 2012

HOMENAJE A LAS BRUJAS


 
 
LA BRUJA: UN INVENTO EUROPEO QUE COSTÓ EL SACRIFICIO HUMANO DE CENTENAS DE MILLARES DE MUJERES

(Texto tomado de “La Bruja” de Jules Michelet – historiador francés 1746-1874)

 
 
“Durante mil años, la Bruja fue el único médico del pueblo. Los emperadores, los reyes, los papas, la gran nobleza tenían algunos médicos de Salerno, musulmanes, judíos, pero la masa del pueblo no consultaba más que a la Saga o a la mujer-sabia. [1] Si no curaba, se la atacaba, se la llamaba bruja. Pero generalmente, por un respeto mezclado de temor, se la llamaba igual que a las Hadas, Buena mujer o Bella dama.

A la bruja le ocurrió lo mismo que a su planta favorita, la Belladona y a otras pociones medicinales, que empleaba y que fueron el antídoto de las grandes epidemias medievales. El niño o el viandante ignorante maldicen estas flores sombrías antes de conocerlas. Sus ambiguos olores le asustan y huye de ellas. Sin embargo son las Consoladoras (Solanáceas) que, discretamente administradas, han curado o aliviado frecuentemente tantos males.

A las brujas se las encuentra, necesariamente, en lugares siniestros, aislados, malditos, entre ruinas y escombros. ¿Dónde habían de vivir, si no en las landas salvajes las infortunadas, de tal forma perseguidas, malditas, proscritas? La novia del Diablo, la envenenadora que curaba, hizo mucho bien según Paracelso, el gran médico del Renacimiento. Cuando este quemó toda la medicina en Basilea, en 1527, afirmó no saber más que lo que le habían enseñado las brujas.

Esto merecía una recompensa y la tuvieron. Se les pagó con torturas y hogueras. Inventaron, para ellas, suplicios y dolores especiales; fueron juzgadas en masa y condenadas por una palabra. Jamás se había prodigado tantas vidas humanas. (…) En ciertas épocas, el odio mataba a cualquiera, por el mero hecho de ser llamada bruja. Los celos de las mujeres, la codicia de los hombres, recurrían fácilmente a esta arma tan cómoda.”



[1] Era, pues también, la única capaz de atender los abortos que la pobreza de la gente llena de hijos indeseados, demandaba. Y que la avidez de población para ser servido y que tribute - luego de las plagas medievales - por parte de los señores feudales (la Iglesia, el primer señor feudal) prohibía.

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